“El Bicho” es un ser sin tiempo, engranaje indispensable de una maquinaria social que necesita de él, de su presencia, de sus miserias para sostener el estatus de unos pocos elegidos. Es un ser de calle, vive de la caridad hasta que descubre su capacidad de ejercer dominio sobre otras personas. “el bicho”, tullido como está, al no poder caminar, realiza una alianza con “el ciego” y una vez que éste se convierte en sus piernas y lo transporta en su espalda, advierte lo fácil que le resulta dominarlo y así como a él, a la humanidad que lo usa y lo desecha. Este nómada vendedor de ilusiones, al llegar a una plaza instala su carromato, mezcla de casa, kiosco de feria, fábrica y juego mecánico, donde da rienda suelta a su inventiva y construye los aparatos más extraños para desplazarse y alcanzar sus fines de dominio. Conocedor de pócimas secretas y conjuros casi olvidados, con sus experimentos, mezcla de ciencia y brujería, moldea a “Cronciencia”, pequeño ser informe que revolotea permanentemente en su cabeza. “Cronciencia” es su alter ego, la razón y la reflexión anterior al desenfreno, por eso siempre estará atada, escondida o enfrascada, para que no pueda jamás abrir sus alas, romper la jaula y volar; sin embargo, su presencia perturba el pensamiento del bicho.